Comunicación cultura y migración - page 38

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Juan Miguel Aguado Terrón
les como el anclaje espacio-temporal de la experiencia y en la producción de
rutinas asociadas al sentido en el mundo social . Si rememoramos las fuentes
de nuestra experiencia individual descubriremos que en grado y extensión la
mayor parte de ellas proviene de dispositivos tecnológicos de mediación de la
experiencia . Es en este contexto donde parece pertinente ubicar las voces que
señalan una creciente virtualización de lo real (Castells, 1 997 ; Baudrillard,
1998; Echeverría, 1999) . Como en un silencioso proceso de inversión semiósi­
ca, cada vez con mayor frecuencia la representación se convierte en referen­
cia de lo representado, proceso al cual Baudrillard [ 1 998) ha bautizado con el
significativo título de
precesión del simulacro.
«En la sociedad del espectáculo,
la idea se torna imagen y lo real es imaginario» (Taylor y Saarinnen, 1994).
Tal parece, en definitiva, el nombre de ese proceso de
pixelización
de la expe­
riencia individual (si se nos permite la metáfora tecnológica]. El espectáculo se dibu­
ja aquí como la forma tecnológica, productiva y simbólica de una desrealización de
la experiencia que demanda, en primera instancia, como requisito epistemológico
la desconexión entre el sujeto y el mundo, tanto como la desconexión intersubjeti­
va. La sustitución del objeto por el signo y de éste por el goce o el deseo marca el
camino de desrealización de la experiencia en el terreno de la mercancía. «El espec­
táculo es el momento en el cual la mercancía alcanza la ocupación total de la vida
social» (Debord, 1999:55). Y ello atañe, como habían anticipado Simmel, Lúkacs o
Debord, al otro como objeto y al sujeto como espectador.
4 .
La comercialización de la experiencia
Las tecnologías de la comunicación constituyen así un dispositivo peculiar de
las tecnologías del sujeto por cuanto intervienen en la gestión de la experiencia
en un doble nivel; epistémico (ponen en juego una concepción y unas relaciones
de constitución entre sujeto y mundo) y simbólico (son instancias especializadas
en la mediación de la experiencia). En el primer nivel operan en el sentido de
incrementar la coherencia en la actitud epistémica hacia el mundo [por ejemplo,
refrendan el axioma de la causalidad o la separación sujeto/objeto en las socie­
dades modernas). interviniendo decisivamente en las condiciones de posibilidad
de la experiencia. En el segundo nivel operan en el sentido estricto de mediación,
esto es, en la constitución de un espacio de la experiencia dotado de reglas pro­
pias de circulación, transformación y transposición de los sentidos.
«La expansión de las técnicas de representación audiovisual [ . . .] ha desbordado el
ámbito histórico, tradicionalmente muy localizado, de la representación para intro­
ducirla rotundamente en la cotidianidad: hoy la representación visual no sólo invade
el universo de lo cotidiano, sino que constituye cada vez más intensamente un ámbi­
to privilegiado de relación del sujeto con el mundo» (González Requena, 1 995: 76).
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