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Juan Miguel Aguado Terrón
Así, el análisis del encuentro entre migración y medios de comunicación ha
asumido en general el marco de trabajo propues_to en su día por Lasswell. que
permitía aislar los fenómenos comunicacionales de su contexto social convir
tiéndolos en objeto de experimentación y, en suma, dotándolos de accesibilidad
a las correlaciones conductuales que los hacían identificables en los términos
estipulados por el propio marco de trabajo. El interés por el
quién
(el poder de
los medios, su naturaleza económica u organizacional), el
qué
y el cómo (la
naturaleza del mensaje y las estrategias de producción de sentido) y los
efec
tos
(las regularidades conductuales observables) de la actividad mediática en el
contexto de la migración y de la conversación intercultural (como en otros con
textos) ha contribuido al desarrollo de gran cantidad de trabajos cuya utilidad e
interés están fuera de toda duda. Sin embargo, el esquema de trabajo lasswe
lliano, constante aun en las aplicaciones metodológicas más distantes de los
presupuestos del funcionalismo norteamericano, tiene, a nuestro modo de ver.
como efecto secundario relevante el olvido de la principal aportación de la tra
dición europea en Jo concerniente a la reflexión sobre los medios y la vida social:
el planteamiento de la
industria cultural
como
modo de vida,
y no tanto como
epifenómeno tecnológico, económico o estético.
La condición que marca esta deriva hermenéutica en los estudios sobre
medios y migración es de naturaleza epistemológica : la adopción de la infor
mación como concepto observacional primario y la consecuente concepción del
medio como instancia cognitiva . Si en otros contextos de análisis, como por
ejemplo en las conductas políticas, los criterios lasswellianos de demarcación
de los fenómenos comunicacionales presentan consecuencias secundarias y,
por ello asumibles, no ocurre así en el ámbito de la conversación intercultural.
La pregunta por el papel que juegan los medios en las dinámicas sociocultura
les en torno a la migración demanda una interrogación previa y esencial por la
naturaleza cultural del medio y, en consecuencia, no puede despacharse la con
cepción del medio con sus solos requisitos operacionales o productivos. El aná
lisis de la interculturalidad mediática, si se pretende un campo específico de
estudio dentro de las ciencias de la comunicación, no puede partir de una pre
concepción primariamente instrumental (el medio es una herramienta de inter
vención en el mundo) o representacional del medio (el medio es una herra
mienta cognitiva de representación del mundo), sencillamente por que estas
preconcepciones demandan un punto de partida previo:
el medio
como
forma
de vida social.
La diferencia no radica sólo en intensidad [la centralidad de la
actividad mediática en la configuración de las prácticas sociales contemporá
neas). sino en su cualidad: el medio de comunicación no es ya sólo una instan
cia potenciadora o transformadora de formas sociales; constituye una forma
social diferenciada, abarcadora y determinante.
Si olvidamos partir de una consideración del medio como forma de vida
social, epistémica y semánticamente coherente con el proyecto formalizador de