El Consumo del Otro: Experiencia, mediación tecnológica y cultura
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formalización y sustitución de la experiencia individual. No se trata, al modo en
que lo entienden Giddens ( 1 995) o Thompson ( 1 998). de la mediación de la
experiencia como recurso paliativo del moderno
secuestro
de experiencias exis
tencialmente revulsivas tanto en el nivel social como en el individual (6). Se trata
más bien de que la propia mediación tecnológica de la experiencia individual
supone el elemento central de un proceso a gran escala de redistribución de
las fuentes sociales e individuales de la experiencia, descentrando a la interac
ción cotidiana del lugar que hasta la fecha había ocupado como núcleo de socia
lidad -en tanto que acceso al otro- y como base de la irreductibilidad de la
experiencia individual. A la postre, el proceso resultante es el de un nuevo suje
to social, esencialmente distinto de aquel sobre el que se construyó el sueño de
la modernidad y, sin embargo, descendiente directo de la aplicación de su pro
yecto epistemológico.
Conviene aquí recordar que ese proyecto epistemológico había ya dado lugar
en su desarrollo a la superposición de lo que, con Foucault ( 1 986), podemos lla
mar tecnologías de la producción. tecnologías del sujeto y tecnologías del con
trol. En este sentido, los dispositivos socioculturales de
mediación de la expe
riencia,
en las condiciones de la modernidad que incluyen la tecnificación y eco
nomización del mundo social, juegan un importante papel en la confección de
redes de confianza destinadas a mitigar la incertidumbre mediante el incremen
to de la seguridad. En definitiva, la experiencia tecnológicamente mediada con
tribuye a filtrar el excedente de incertidumbre que debe afrontar una sociedad
compleja, con un alto nivel de diferenciación funcional y permanentemente vol
cada sobre el futuro. La mediación tecnológica de la experiencia, constituye un
mecanismo de
normalización
primero, en el sentido preciso en que genera cohe
rencia entre los relatos identitarios de los sujetos sociales, institucionales, indi
viduales o colectivos; y después, en el sentido en que subordina la experiencia
individual a la coherencia respecto de tales relatos.
El sujeto es desprovisto de
la irreductibilidad de su experiencia en la medida en que ésta aparece como caso
particular, subjetivo, epifenoménico de la verdadera naturaleza de las cosas, cuya
coherencia viene dada por las condiciones de representación del medio.
La generalización de la experiencia tecnológicamente mediada constituye,
pues, el rasgo característico de las sociedades desarrolladas contemporáneas.
Sus consecuencias no se dan sólo en el nivel básico de las 'historias de ficción'
o de los productos culturales, sino en aspectos tan profundamente estructura-
6. Ambos autores coinciden en atribuir a la experiencia mediada (en especial a través de los medios y tecno
logías de la comunicación) una función de placebo que consistiría en llenar aquellos huecos existenciales que
la confiscación institucional de la experiencia produce en el individuo contemporáneo. Así, por ejemplo, las
representaciones mediáticas de la sexualidad, la violencia, el crimen o la naturaleza vendrían a sustituir de
forma segura y ordenada la experiencia efectiva de esos ámbitos de la socialidad particularmente generado
res de incertidumbre.