Comunicación cultura y migración - page 36

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Juan Miguel Aguado Terrón
3.
Los media como dispositivos
de mediación tecnológica de la experiencia
Si algo caracteriza genéricamente a la modernidad esto es una singular cons­
titución, primero, y una gestión característica , después, de la experiencia indivi­
dual y colectiva que, no en vano, ha promovido exponencialmente el nacimiento y
desarrollo de los medios de comunicación en sus expresiones procedimental (usos
sociales de la comunicación) e instrumental (tecnologías de la comunicación). Si
podemos entender la sociedad moderna como
sociedad de los individuos
(Elias,
1 990), o, en los términos contradictorios de Wolton (1 998).
sociedad individualis­
ta
de masas,
no resulta difícil concluir que los dispositivos de control y gestión de
la experiencia adquieren una importancia psicológica, política, económica y cultu­
ral de primer orden. La historia de las sociedades modernas es, más que nunca,
la historia de sus dispositivos de gestión y control de la experiencia. Una gestión
que, en rigor de la concepción simmeliana de la modernidad tecnoindustrial como
formalización de la vida social, demanda la codificación sustitutiva de esa expe­
riencia que había caracterizado la irreductibilidad de la condición individual. El papel
de los media como instancia de producción de la cultura de masas excede aquí
con creces el de meros mediadores cognitivos para convertirse en instancias con­
figuradoras de la experiencia individual. Más allá de la clásica división tripartita
entre prensa, radio y televisión (que responde, precisamente, al predominio cog­
nitivo-informacional), los media constituyen el entramado de recursos simbóli­
co-tecnológicos (cine, música, literatura de consumo, publicidad, arte comercial,
cómic, videojuegos, juguetes, moda, turismo . . . ) que, antes que proporcionar una
imagen unitaria y coherente del mundo social, la producen en el sentido mismo
en que configura su experienciabilidad y, con ella, un nuevo sujeto trascendental
forjado en la universalidad de los formatos, los recursos interpretativos y la iden­
tificación afectiva de los contextos y las sensaciones.
«La reproducción técnica de la realidad supone un proceso complejo de ensam­
blajes, cortes, desplazamientos,
collages
y censuras. Bajo la unidad formal del
tiempo y el espacio que el medio de comunicación define en cuanto a su estruc­
tura técnica e institucional, el mundo se revela como una unidad estructurada
lo mismo que un discurso o un sueño, con sus conexiones categoriales, sus
nexos lógicos y analógicos, sus desplazamientos, redundancias, condensacio­
nes, censuras y ruidos significativos o insignificantes. A través de los medios
de masas el mundo se revela como la unidad de una experiencia industrial, polí­
tica, tecno-compositivamente acabada» (Subirats, 1 988: 1 09).
El paso de la representación al simulacro (Baudrillard, 1 998), la hipersi­
mulación en que se constituyen las imágenes de lo social y lo individual, se per­
fila aquí de forma simultánea como el motor y el resultado de este proceso de
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