Comunicación cultura y migración - page 46

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Juan Miguel Aguado Terrón
caracteriza la condición espectacular del sujeto-espectador se constituyen
sobre la doble naturaleza de la imagen , como realidad y como signo , como sen­
sación y como expresión. La hipervisibilidad televisiva (lmbert , 1999) o la profu­
sión de cámaras como dispositivos de control son sólo ejemplos de una diná­
mica global que culmina con la
absorción del espacio privado
(la pantalla del
ordenador convierte nuestra habitación en aula, autopista, cafetería, centro
comercial, ministerio público, museo, sala de subastas o biblioteca) y la sus­
tracción del espacio público a la interacción social entre individuos
(el cibercafé
o el despacho se transforman en lugares de múltiples intimidades aisladas a
través del
chat
y del acceso singular a las imágenes y textos; la política se for­
maliza en representaciones estereotipadas y fijas donde la inmediatez y el
impacto sustituyen a la copresencia y la copresencia sustitye a la participación ;
y las comunidades virtuales se homogeneizan para dar cabida sólo a sujetos
preformateados conforme a idénticos rasgos identitarios, ya sean gustos, afi­
ciones, posiciones ideológicas, necesidades informativas o afectivas.. . ). El papel
que juega la imagen en este proceso no es, pues, ni meramente técnico, ni úni­
camente simbólico; es, sobre todo, social: «El espectáculo no es un conjunto de
imágenes, sino
una relación social entre las personas mediatizada por las imá­
genes»
(Debord, 1999: 38. La cursiva es nuestra).
El paisaje resultante recuerda en mucho a la idea del mundo como ficción
total que, desde la caverna platónica o el dualismo gnóstico al teatro caldero­
niano y la estética barroca de la contrarreforma, instituyen el carácter sagra­
do de una realidad inaccesible a la experiencia individual, determinante, por un
lado, de la ritualización (valga decir
codificación}
del acceso a esa realidad como
sacrum
y, por otro, de la concepción contemplativa (valga decir
pasiva}
de los
sujetos individuales (Subirats, 1997 : 213). La dimensión espectacular del medio
y la subsiguiente transformación de la mediación en sustitución de la experien­
cia , invierten asimismo la concepción cognitiva y/o hermenéutica de las teorí­
as de la construcción social de la realidad: desterrada la experiencia individual
y la interacción cara a cara como base de la vida social, sustituida la participa­
ción activa por la contemplación extática,
la idea de que el imaginario sociocul­
tural se constituye en un proceso de negociación significante entre los sujetos
socia/es
cede
su
lugar a la idea de que el imaginario colectivo
se
autoconstitu­
ye sobre
/as
cenizas de una acción comunicativa desterrada del espacio social
(lbid. : 16 1-162): del medio como espejo de la sociedad a la sociedad como espe­
jo del medio.
La pertinencia de trocar la información y la cognición (fuentes de la acción
comunicativa habermasiana tanto como de la concepción sistémica de la inte­
racción) por la experiencia como concepto observacional del medio, no hace,
pues, sino transponer la sustitución del relato por el espectáculo, o la de la
representación por el simulacro. En definitiva, la crisis por hipertrofia de la cua­
lidad representacional del relato en las culturas mediáticas -por su profusión ,
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