El Consumo del Otro: Experiencia, mediación tecnológica y cultura
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redes de
confianza,
caracteriza el dinamismo de las sociedades modernas, en
permanente huída hacia delante en lo que Giddens ha llamado sugestivamente
la
colonización del futuro
(1995: 185). Una sociedad en la que el futuro es sis
temáticamente
presentizado
(2) como ámbito de posibilidades contrafácticas
[lbid. J y donde, además, se hace patente la interrelación global, debe resolver
unos niveles de incertidumbre tanto a escala individual como a escala institu
cional jamás alcanzados en otras épocas.
La lógica industrial que superpone las tecnologías de la producción a las tec
nologías del sujeto conjuga en su vertiente epistémica racionalismo, idealismo y fun
cionalismo y se instituye sobre la operación definitoria de la producción y distribu
ción de la riqueza (Beck, 1998). La aproximación a los componentes del sistema
social como una red de interrelaciones funcionales articuladas sobre el procesa
miento de la información no es sino una respuesta a la necesidad de atajar el volu
men de complejidad e incertidumbre generados por una dinámica de diferenciación
funcional creciente [Luhmann, 1998). La codificación de los procesos permite, en
este sentido, reducir la incertidumbre, delimitar las regularidades y, en definitiva,
incrementar el control. Sin embargo, la misma dinámica codificadora inserta nue
vos niveles de operación en el sistema y, con ello, incrementa la diferenciación fun
cional. El resultado paradójico es que la absorción de incertidumbre genera mayor
complejidad social y, con ello, a la postre, nuevas incertidumbres (3).
Consecuentemente, la progresiva diferenciación funcional en la línea apun
tada no ha producido un mayor control: las promesas de seguridad y prosperi
dad apacible con que se legitimaba la politización del conocimiento y la tecnifi
cación de la política han desembocado en la generación de numerosas esferas
de riesgo: desde el ámbito laboral hasta la alimentación, desde el entorno natu
ral a las esferas de la vida íntima, el riesgo aparece como una consecuencia
ubicua, permanentemente al acecho, del 'progreso' tecnológico y social. La pro
pia idea de progreso como mito funcional (antes que fundacional) (4) de las
2. La ubicuidad de lo 'nuevo' y lo 'actual' en la productividad tardomoderna no deja de resultar una transcrip
ción simbólica e incluso axiológica de esa compulsión presentizadora: enunciado respecto de un producto o
un acontecimiento. 'nuevo' viene a significar 'futuro hecho presente'. La gestión de la obsolescencia de pro
ductos y servicios así como el sistema financiero que permite, de facto, hacer presente el capital futuro
(Ritzer, 2000) forman parte de esa 'implosión' del tiempo social a que se refiere Giddens.
3. La configuración de nuevos procesos sociales sobre la base de la introducción de las Nuevas Tecnologías
de la Información y la Comunicación constituye, en este punto, un referente de lo expresado: nuevos proce
sos de control y optimización permiten reducir la incertidumbre en ámbitos sociales complejos y, simultánea
mente, engendran nueva incertidumbre en esos mismos procesos.
4. Llama la atención, en este sentido, que los tres pilares míticos de la modernidad (desarrollo, progreso, bie
nestar) hayan visto mediado su carácter de referente indubitable por el matiz de "sostenibles". Matiz que pone
en juego una doble base metafórica: por un lado, evolucionista (sostenible como viable) y por otro. arquitectó
nica [sostenible como soportable, esto es, adecuado a sus cimientos). La entronización económico-política de
la tecnociencia como referencia obligada en los procesos de decisión plantea una paradoja. de la que el epíte
to "sostenible" no es sino indicio: la solución latente al problema del riesgo, que podemos condensar en el esque
ma lineal interpretativo "progreso científico - progreso tecnológico - progreso económico - progreso social"
es, al mismo tiempo, la fuente de producción y circulación del riesgo en las sociedades contemporáneas.