Comunicación cultura y migración - page 109

Comunicación e Identidad cultural en la educación lntercultural
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o de tal cultura, sino simplemente de la no puesta en práctica, de momento,
de estrategias adaptativas para esos contextos. Las culturas se diferencian
también por su particular manera de adaptarse a distintos contextos, precisa­
mente en esa diferencia, que no desigualdad, es sobre la que deben compa­
rarse y encontrarse unas y otras. Reconocer el déficit de una cultura minorita­
ria frente a otra presuntamente mayoritaria por dominante, equivale a no admi­
tir la capacidad de cualquier cultura para generar nuevas estrategias adaptati­
vas en nuevos contextos.
Cuando se afirma que en todos los contextos existe una cultura dominante
frente a otras minoritarias estamos estableciendo con relativa claridad las fron­
teras entre las que una y otras se mueven y se enfrentan. Por supuesto, no pode­
mos negar la existencia de relaciones de dominación pero entendemos que no son
"culturas" en sí las que combaten por el espacio del poder en la sociedad, sino
determinados "grupos" que, la mayoría de las veces, invocan en sus discursos una
supuesta cultura que les respalde y de legitimidad a sus intenciones.
Incluso el bienintencionado respeto por las diferencias del "otro" puede
encerrar cierta asunción de la desigualdad. Creemos que enfatizar la diferencia
y matizar que no es lo mismo que desigualdad, no es una tarea fácil, porque
implica un profundo respeto por lo ajeno o diferente.
Las culturas en contacto interactúan y generan nuevas culturas. Así que,
enseñar las diferencias entre las culturas se reduce a enseñar la historia de
tales culturas. Si se conciben las culturas como algo exclusivamente vinculado
a entornos geográficos, parece posible mostrar con facilidad las diferencias
entre culturas desde esta posición. Pero resulta difícil aceptar que las culturas
se vinculan a los espacios geográficos más que a los grupos humanos, ya que
aceptar la influencia de los entornos ecológicos en la construcción de la cultu­
ra no es afirmar que la determinen por completo.
Se suele aceptar que toda cultura, por el hecho de serlo, establece distan­
cias con respecto a las otras culturas, situando a estas en posiciones de infe­
rioridad y/o connotación negativas. Todos los grupos practican, como forma de
autoafirmación y autoidentificación, la definición de claras diferencias respecto al
'otro', por lo que resulta fácil observar que en un sistema de dominación del
"nosotros" sobre el "otro" no todas las diferencias (las que señalamos "nosotros"
y las que señala el "otro") tienen el mismo peso ni todas son reconocidas. Suelen
ser los grupos dominantes los que logran que todos entiendan que ellos son dife­
rentes a los demás, y quienes consiguen expresar con mayor claridad y eficacia
cuáles son las diferencias que les separan de los otros.
Entonces, marcar las diferencias es otra forma de establecer jerarquías,
ya que no todas las culturas parten de las mismas posiciones de reconoci­
miento de sus diferencias con respecto a los otros. Además, una concepción
estática y cerrada de la cultura seguirá amparando una igualdad sólo aparen­
te, a pesar de promover el reconocimiento de las diferencias.
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