Comunicación e Identidad cultural en la educación lntercultural
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cursos expresan las distintas perspectivas desde su pertenencia geográfica y cul
tural como personas y como colectivos. Si provocamos un intercambio [de opi
niones) entre varios sujetos, estos se cercioran de la relatividad de sus opinio
nes y al mismo tiempo de la necesidad que tienen, tanto epistémica como prác
ticamente, de las perspectivas de los demás participantes. En el actuar comu
nicativo se entretejen la diversidad de perspectivas, origen del interculturalismo,
y la perspectiva de cada quien, fundamento de la identidad personal, demos
trando que dando razones y motivos se establecen consensos y disensos.
Estas estructuras de la comunicación, constituyen subjetivamente el sentido
del mundo y de la sociedad a partir de las opiniones de los participantes. El proce
so constructivo de conocimientos, valores, fines y normas parte de la intencionali
dad de quienes participan en la comunicación: allí la identidad de cada uno apare
ce contextualizada culturalmente al reconocer la pertenencia cultural de las identi
dades de los demás participantes. La identidad de la persona se constituye en la
relación con el otro y en la explicación de pertenencia cultural de cada quien. Así
como no hay sujeto sólo en singular, tampoco hay cultura en singular, dada la mul
tiplicidad de perspectivas del mundo. Gracias al lenguaje propio de cada cultura nos
abrimos y abrimos nuestra cultura a otras culturas. Este es el origen mismo de la
interculturalidad y de la pertenencia mediadora de la identidad personal en su cul
tura, para hacer posible la comprensión intersubjetiva. Identidad personal e inter
culturalismo se nos dan simultáneamente en la comunicación.
Para comprender mejor la relación entre interculturalismo e identidad per
sonal y las posibilidades, a partir de esta relación, del compromiso de las per
sonas con proyectos colectivos, queremos destacar que este primer momento
de la comunicación hace del mundo de la vida un contexto ilimitado de significa
ciones, donde comprender otras culturas no implica la identificación con ellas.
Esto permite descubrir un nuevo sentido de identidad, el de cada una de las cul
turas que tejen las redes de la sociedad. Existen dos posturas en este asunto,
quienes reivindican la identidad del individuo relativizando los contextos y quienes
ponen en el tejido cultural el principio de identidad. En este reino de la diferen
cia, donde en un buen sentido "todo vale", es necesario el reconocimiento del
otro como diferente y como interlocutor válido. Todo esto es posible gracias a la
actitud que se funda en el pluralismo razonable frente a la interculturalidad, un
principio moral irrenunciable para quienes buscan mínimos de convivencia enri
quecidos y asegurados gracias a la diversidad cultural. El punto de partida para
la constitución de lo público, para el ejercicio de la política y para la legitimación
del Estado de derecho democrático, es sin lugar a dudas la "inclusión del otro"
en una sociedad civil, en la que quepan todos con sus diversas concepciones del
bien y de la moral, con sus dioses y demonios, costumbres y tradiciones, en una
palabra con sus distintas concepciones del sentido de la vida.
Pero desde el interculturalismo, no siempre se pueden solucionar todos los
conflictos ni coordinar todas las acciones para el bien común. Sin pretender