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Pedro A. Hellín Ortuño
un repaso al desarrollo de ambas ofrezca la imagen de un debate y cierta opo
sición entre ellas. Éste es el sexto enfoque de la educación intercultural.
Se comparan los aspectos ideológicos y axiológicos, y no sus respectivos
fundamentos teórico-científicos. De forma que frente al liberalismo político que
defiende la libertad de pensamiento y acción que posee cada individuo, y que
sustenta una educación intercultural que persigue el entendimiento entre cul
turas y el cambio paulatino de la sociedad a través de la educación, encontra
mos, en el caso de la educación antirracista, una ideología radical apoyada en
un análisis de clases de inspiración marxista, puesta al servicio de una trans
formación social basada en la liberación de los grupos oprimidos y la elimina
ción de las discriminaciones institucionales, donde la escuela es una agencia
para la promoción de la acción política.
Una de las diferencias más importantes entre una educación intercultural
no racista y una educación abiertamente antirracista se encuentra en cómo
explica cada opción la conversión de las diferencias en desigualdades, conver
sión que tiene lugar durante la construcción cognitiva de las categorías de
seres humanos.
De esta forma, la educación antirracista supone un cambio por cuanto se
pasa "de una preocupación por las diferencias culturales a un énfasis en la
forma en que tales diferencias se utilizan para albergar la desigualdad"
(Moodley, 1986:64). Según Banks ( 1986), entre las asunciones centrales de la
educación antirracista se encuentra la idea de que el racismo es la principal
causa de los problemas educativos de los grupos minoritarios, y que la escue
la puede y debe jugar un papel muy importante en la eliminación del racismo
personal e institucional.
La cultura en la educación intercultural
El concepto de cultura implícito en varios de los modelos expuestos ante
riormente obstaculiza la defensa de la igualdad entre los individuos, que en teo
ría proponen todos. El hecho de reconocer y atender a las culturas minoritarias
en la escuela, confirma de modo no explícito (y quizás no intencionado) que
todas las culturas no son válidas para el desenvolvimiento social, por lo que
deben ser "sustituidas" por las culturas mayoritarias. El aparente relativismo del
reconocimiento de la diversidad intercultural encierra un fuerte etnocentrismo.
Aceptar que existen culturas deficitarias frente a otras no deficitarias, no
supone reconocer la diferencia de las culturas, sino su desigualdad. Si pensa
mos en quién establece cuáles son las deficiencias de una cultura frente a otra,
sabremos que no se trata de una práctica de igualdad, porque el hecho de que
determinados grupos no hayan desarrollado una adaptación a los nuevos con
textos en los que conviven, no da legitimidad para hablar de déficit de tal grupo