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Francisco Sierra Caballero
Desde la filosofía crítica , sabemos que todo conocimiento está atravesado
por las bases materiales que lo hacen posible, así como la realización práctica
del mundo de las ideas cobra forma en la organización y desarrollo de la vida
social. De acuerdo a esta evidencia, la investigación en comunicación debe, en
un sentido marxiano, ser productiva, colonizando el conocimiento de la prácti
ca del universo de la razón -razón dialógica, comunicativa, se entiende- y per
meando la teoría de los saberes y usos cristalizados en cada práctica concre
ta. De tal modo que la correlación de teoría y práctica social contribuya a apor
tar un conocimiento global y dinámico y una cultura académica de profunda
capacidad reflexiva . El problema es que la teoría social de la comunicación es,
en la actualidad, epistemológicamente inconsciente, políticamente nula o fun
cionalista y socialmente improductiva . Y ello pese a los continuos ejercicios de
autoobservación de los estudios culturales angloamericanos.
Por lo general, el paradigma culturalista dominante elude pensar, con
todas sus consecuencias, una evidencia inexcusable: la actual configuración
de los espacios discursivos y las prácticas informativas tienen luga r en un
orden instituido históricamente por la estructura económica capitalista y su
lógica de expansión e intensificación de las fuerzas productivas como marco
de referencia. Toda teoría -la teoría es crítica o no es teoría- pasa por
tanto por la necesidad de "sobreacentuación" de la reflexividad de los dispo
sitivos de poder y subsunción del capital que determinan la praxis de investi
gación y la conciencia pensante.
Ahora bien, tal constatación no presupone una vuelta al modelo de análi
sis determinista contrario al "espíritu de nuestro tiempo". La teoría crítica
debe replantear también sus condiciones de producción teórica en el campo
de la comunicación asumiendo , hasta sus últimas consecuencias, al menos
cinco principios epistemológicos fundamentales como la dimensión material,
inmanente, de la dialéctica informativa ; la dimensión dialógica del conocimien
to; el carácter práctico de la mediación cultural; la lógica comunicacional del
conocimiento; y la dimensión ecológica de la realidad observada (Bougnoux,
2001 : 3-6).
Tomando en consideración estos puntos de partida, la Economía Política,
las aportaciones críticas de los estudios culturales y la teoría materialista de la
comunicación estarían en condiciones de acometer con provecho el estudio de
fenómenos como la migración, contribuyendo a formar un sujeto crítico capaz
de discernir conceptualmente los instrumentos y prácticas mediadoras de la
comunicación con conocimiento de causa , esto es, comprendiendo el contexto
y las lógicas y condiciones sociales que hacen posible la labor de mediación más
importante de la que hemos convenido definir como Sociedad de Comando
lnformacional.