Comunicación y migración
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de las problemáticas asociadas al fenómeno. Más aún, la cultura de investiga
ción en comunicación se ve expuesta en este tema, a poco que sea reflexiva
epistemológicamente, a un cambio de roles y condiciones en la producción de
conocimiento, replanteando los parámetros de análisis para asumir la radical
dialogicidad del proceso de conocimiento y de la dialéctica misma de la inter
culturalidad y el proceso transcultural de transformaciones que acompañan al
cambio global en la sociedad de la información.
La intensa actividad transversal de la dialéctica informativa configura un
espacio transliminar que invalida las herramientas conceptuales y metodológi
cas disciplinarias, haciendo necesaria una lectura y aproximación dialéctica
compleja superadora de los tradicionales enfoques deterministas, unitarios y
lineales que simplifican realidades emergentes difícilmente comunicables como
la migración. Frente al peligroso empeño de identificar respuestas predefinidas,
de buscar a conciencia fórmulas de intervención y control fiables según la lógi
ca cartesiana de ordenamiento del mundo y de la realidad social, la asunción
de esta nueva lógica debe ser vista más que como un problema como una situa
ción propicia para la libertad y la producción creativa de nuevas posibilidades,
empezando por la educación de los comunicadores.
Un campo productivo de transformación de la cultura global en un sentido dia
lógico es, sin duda, la enseñanza de la comunicación. Problemas como la relación
Universidad/sistema social, comunicación/educación, práctica teórica/práctica
profesional, programa/mapa curricular o texto/contexto de aprendizaje son hoy
cuestiones vitales que, lejos de resultar asuntos de exclusivo interés académico,
definen opciones estratégicas para el futuro modelo de desarrollo, si considera
mos la importancia que adquiere el conocimiento -económica y políticamente
en el actual sistema de regulación social informacional.
Ahora bien, nunca como hoy ha sido tan notoria la falta de definición, la
ausencia de bases sólidas de orientación del discurso y la práctica educativa.
En todos los sentidos y a todos los niveles, la crisis de la educación pública, y
de la Universidad en particular, agudiza la percepción caótica y desesperanza
da del curso de los cambios que estamos viviendo, sin que sepamos dar res
puestas convincentes a los problemas acumulados a lo largo de los últimos
veinte años de historia. Cabría no obstante observar, más allá de las visiones
pesimistas sobre el futuro de la educación, que la ausencia de garantías y pro
gramas consistentes de actuación puede ser considerada, haciendo de la nece
sidad virtud, la constatación de un futuro abierto al cambio y a la transforma
ción colectiva de las condiciones culturales que definen las formas dominantes
de vida y organización social. A condición, claro está, de que la agenda de inves
tigación sea reorientada renunciando al "tautismo posmoderno" y conservador
del culturalismo idealista por la potencia transformadora de una teoría crítica
comprometida con el desarrollo de la reflexividad sobre la identidad y la dife
rencia entre los profesionales de la información.