164
Miquel Rodrigo Alsina
medida eufemiza la popular de 'moro'- e islam". Es indudable que en nuestra
cultura hay una serie de prejuicios y estereotipos que alimentan las represen
taciones sociales sobre la inmigración.
Mannoni (2001 : 61) establece tres características en las representaciones
sociales: son dinámicas, estructurantes y perseverantes. Las representaciones
sociales son procesos cognitivos y emotivos productores de sentido, de reali
dades simbólicas y dinámicas. Además actúan como esquemas organizadores
de la realidad. Por último las representaciones sociales aseguran la perma
nencia y la congruencia de lo que es creído. Para Mannoni (2001 :55) "las repre
sentaciones sociales están en la interface entre la participación subjetiva en la
socialidad y las formas producidas por el cuerpo social". En este mismo senti
do, Santamaría (2002: 11) recuerda que "Las representaciones son (. . .) una
determinada forma de
concebir
la realidad, en su sentido cognoscitivo pero
también constitutivo y estructurador. Las representaciones forman parte de las
relaciones sociales, son producto y generadoras de ellas. Es menester desta
car que estas representaciones son colectivas no sólo porque sean comparti
das por los miembros de un grupo, sino porque se elaboran, mantienen y trans
forman socialmente, en el seno de las relaciones sociales, y porque además tie
nen un alcance estructurador de estas mismas relaciones sociales". Es decir,
las representaciones sociales son productos construidos socialmente y son
constructores del pensamiento social. Pero hay que recordar con Mannoni
(2001:119-120) que "el problema que se plantea no es saber en que medida
una representación es verdadera o falsa, ni que relación tiene esta forma de
conocimiento con la verdad. En efecto, una representación, porque se trata de
representación
es necesariamente 'falsa' ya que no dice jamás exactamente lo
que es el objeto, pero al mismo tiempo es 'verdadera' ya que constituye para el
sujeto un tipo de conocimiento válido a partir del cual puede actuar".
Las representaciones sociales, aunque suelen tener una cierta continuidad
histórica, pueden cambiar según las circunstancias de cada momento y de la
perspectiva de los observadores. Así, aunque la imagen de los marroquíes en
España ha sido mayoritariamente negativa, durante la guerra civil española
desde el lado de los sublevados contra la República se impone una visión algo
más benevolente, ya que se trata de unos valiosos aliados durante la contien
da. Martín Corrales (2002 : 175) señala que "Los nacionales impusieron desde
el comienzo de la sublevación la visión de los marroquíes como valiosos aliados.
De ahí el trato respetuoso que les dispensaron. Sin embargo, existen indicios
razonables que parecen apuntar que, en el fondo, la negra imagen de los nor
teafricanos, formada por clisés y estereotipos acumulados a través de siglos de
enfrentamientos, nunca dejó de estar presente en este bando. Las diferencias
con los republicanos fueron más bien tácticas que estratégicas".
La llegada de la democracia y el aumento de la inmigración marroquí en
España ha supuesto también alguna variación en el discurso. Como señala