140 La lenta normalización de la presencia de mujeres en los Cuerpos de Seguridad
III. Mujeres mandos y en la jefatura
El análisis de las entrevistas permite profundizar en las experiencias de las mujeres
mandos en las Policías Locales. Fundamentalmente debe destacarse su mayor
formación y su buen desempeño como cuestiones claves. En paralelo, debe
señalarse cómo el acceso directo permite en dos de los casos que una mujer,
dado sus méritos propios, se sitúe en las Jefaturas.
Un primer elemento que cabe subrayar es que el haber ascendido o tener estas
posiciones no implica contar con todos los respaldos. Al contrario, su posición es
bastante vulnerable frente a los cambios, de nivel político, de las corporaciones
locales y la entrada de alcaldes o alcaldesas con actitudes machistas, incluso
misóginas o intolerantes hacia lo que pueden considerar posturas ideológicas
distintas, simplemente por haber llegado a la jefatura con un gobierno de otro
signo. Y se llega, a pasar de la legalidad vigente, a desplazar de sus funciones a
las mujeres mandos pues “no todos los políticos ven con los mismos ojos a una
mujer en la jefatura” (Mujer, GD mando1). O, en ocasiones, como se ha señalado
anteriormente, no se cuenta con todo el apoyo o la fidelidad de los mandos
intermedios. Así pues las mujeres en las Jefaturas pueden toparse con un doble
problema, el rechazo de alcaldes o concejales o el de los propios subordinados al
hecho de tener una mujer al frente de la policía.
— Los mandos intermedios que no soportaban que dos mujeres les mandasen.
Eran los que eran llamados al despacho del jefe y a nosotras nos hacían la
cama
(Mujer, EP mujer mando2).
— En el xxxx hice las oposiciones y entre xxxx y xxxx hice la academia y ya
bueno, estaba en interinidad hasta ya xxxx, en febrero fue cuando me hicieron
el nombramiento (…) [en mayo] simplemente me llaman y me dicen que yo
huelo a izquierda y que quieren a una persona que no huela a izquierda y que
entonces todo lo van a hacer con su amigo
(Mujer, EP mujer mando1).
En segundo lugar, se puede identificar, en cierta medida, un estilo de mando propio:
— Soy de las más antiguas, conozco a mi plantilla, la sé llevar a mi manera…
femenina; hay compañeros que se quejan de que soy muy sutil diciendo las
cosas, yo pienso que las cosas diciéndolas mejor, los compañeros reaccionan
mejor y si das una orden o unas palabras, o insultas…es mi manera de llevarlo
(Mujer, GD mujeres).
Este estilo es reivindicado por las propias oficiales, en un llamamiento a “afrontar el
mando con nuestras cualidades femeninas” o “sé mujer, manda como mujer” pero
ejerciendo un “mando equilibrado”, esto es adoptando roles masculinos cuando se
considera necesario (Martínez, 2011) y apoyándose, como se señaló anteriormente
en los galones y en la jerarquía. Así mismo, ellas subrayan cómo entienden mejor
las necesidades de la plantilla, en concreto de las mujeres, en cuanto a conciliación: