La lenta normalización de la presencia de mujeres en los Cuerpos de Seguridad - page 31

2. MUJERES Y HOMBRES EN EL MERCADO DE TRABAJO
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remunerado. Pues la responsabilidad del trabajo de cuidados sobre las mujeres
condiciona el tipo de empleo al que pueden y quieren acceder, condicionadas
por los modelos sociales y culturales en los que están socializadas (Gálvez
y Rodríguez, 2013) y la falta de corresponsabilidad de los hombres, también
conforma su participación en el mercado laboral y, lo que es más importante,
construye un modelo de trabajador en el que es dificultoso o imposible entrar
cuando sí se tienen dichas responsabilidades. Esa responsabilidad no solo
tiene un efecto directo en la vulnerabilidad y precariedad del tipo de empleo –
incluso cuando están en los mismos sectores y profesiones que los hombres sus
posibilidades de promoción, etc. son menores-, sino también en lo que Torns
(1997) llama la tolerancia del paro y la exclusión social, lo que las hace traspasar
con mucha facilidad los límites entre la “inactividad”, el empleo formal y sobre
todo el empleo informal.
Asimismo, los estereotipos de género persisten fuertemente, con determinados
puestos de trabajo que se perciben como más adecuados para las mujeres
que otros. Esta separación entre hombres y mujeres por tipos de trabajo es un
fenómeno de dimensión global (Anker, 1998). La segregación ocupacional se
compone tanto de segregación horizontal en las que las diferencias en cuanto al
salario o el status social se encuentran entre ramas de actividad, y segregación
vertical, cuando observamos infrarrepresentación de las mujeres en ocupaciones
de alto status.
Desde la economía, la historia o la sociología son muchos los intentos que se han
realizado para explicar la existencia de desigualdades de género en la economía
y el mercado laboral y de segregación ocupacional. Para ello, se han utilizado
diversos argumentos teóricos, tanto desde la perspectiva de la demanda como de
la oferta de fuerza de trabajo.
En primer lugar, desde la oferta de la fuerza de trabajo la teoría neoclásica del
capital humano argumenta que las mujeres invierten menos en la adquisición
de formación, lo que explica su asignación a empleos con menor productividad,
peores condiciones y salarios. Esta menor inversión en capital humano por parte
de las mujeres puede ser el resultado de decisiones adoptadas en la familia antes
de entrar en el mercado de trabajo (Becker, 1965; Mincer y Polachek, 1974) o
por las propias mujeres que anticiparían un mercado de trabajo segregado y
discriminatorio, en el que los rendimientos de sus inversiones son inferiores a los
de los hombres (Coate y Loury, 1993; Rubery, Fagan y Maier, 1997).
Sin embargo, el nivel educativo de las mujeres en España ha aumentado consi-
derablemente en las últimas décadas, a un ritmo superior al de los hombres. Desde
el año 2001 el porcentaje de mujeres entre 15 y 64 años con educación secundaria
o terciaria sobrepasa el de los hombres. El incremento de lo que se conoce como
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