Cuadernos de aula taurina: El Rejoneo - page 55

Cuadernos de Aula Taurina: El Rejoneo
El alanceamiento de reses bravas servía a los caballeros de entrenamiento
para la guerra, aunque era también una forma de diversión. Carlos V y el rey Don
Sebastián de Portugal, entre otros monarcas, fueron magníficos alanceadores de
toros. Si el caballo resultada cogido o el caballero perdía la lanza durante su
intervención, tenía la obligación de echar pie a tierra y acuchillar al toro. Este
lance, que estuvo en vigor hasta bien avanzado el siglo XVIII, se conocía como
empeño a pie y era bastante arriesgado. Para evitarlo, los caballeros empezaron
a utilizar lanzas con astas de maderas quebradizas que, en caso de forcejeo con
el toro, se rompían fácilmente, quedándose el caballero con la empuñadura. Más
adelante, para facilitar que la lanza se quebrara, se comenzaron a hacer muescas
en el palo, con lo que la lanza se acabó transformando en el rejón. De esta manera,
surgió, en el siglo XVI, la suerte de rejonear, en cuya ejecución, el rejoneador
también solía ir acompañado de sus auxiliares. La suerte del rejón resultó muy del
agrado del público, por lo que, acabó siendo la suerte más practicada, hasta el
punto de ser considerado el siglo
XVI I
como el siglo del rejoneo. No obstante, no
dejaron de practicarse otros ejercicios en los que se utilizaban la lanza, la vara
larga o la espada. El mismo Felipe IV llegó a rejonear y alancear toros.
Un caballero español mata un toro después de haber perdido el caballo.
(Lámina 9 de la Tauromaquia. Francisco de Goya, 1 81 4-1 816)
Cuando los toros estaban tan malheridos o agotados que ya no atendían a los
caballeros, se tocaba a desjarretar, momento en que salían al ruedo ciertos individuos
para llevar a cabo esta acción y apuntillar al toro a continuación. (Esta suerte se
suprimió hacia 1725).
-53-
1...,45,46,47,48,49,50,51,52,53,54 56,57,58,59,60,61,62,63,64,65,...148
Powered by FlippingBook