Cuadernos de Aula Taurina: El Rejoneo
El rejón debe cogerse vertical y clavarse, levantando mucho el brazo, de arriba
abajo. Si se clava en diagonal no suele herir.
Cuando el rejoneador percibe que el toro está herido de muerte suele
descabalgar. A veces, cuando el toro está prácticamente muerto, cambia de
cabalgadura y saca otro caballo que realice ejercicios espectaculares que le ayuden
a conseguir trofeos. Estas acciones al margen del rejoneo, deberían censurarse por
el público en lugar de aplaudirlas, ya que convierten el rejoneo en un espectáculo
circense.
En ocasiones, el rejoneador descuerda al toro, que queda caído e inmovilizado.
A pesar de que la situación puede resultar desagradable, el descordar un toro con
el rejón no es consecuencia de una acción incorrecta, sino de un rejón puesto en
todo lo alto que, por seccionar la médula espinal, inmoviliza las patas, cayendo
el toro que debe ser apuntillado. Esta clase de muerte no debe desmerecer la faena
que haya realizado el rejoneador.
Aunque esta suerte se hace habitualmente con rejón, alguna vez, se realiza
con la espada. Esto entraña una gran dificultad ya que desde el caballo el rejón
se clava de arriba a abajo y para estoquear debe hacerse de delante hacia atrás.
Han estoqueado a caballo, entre otros, Joao Branca Nuncio, Antonio Cañero, Álvaro
Domecq y Díez, y Álvaro Domecq Romero; y en la actualidad Pablo Hermoso de
Mendoza.
Desde 1962, los sucesivos
.
reglamentos de espectáculos taurinos de ámbito
nacional obligan al rejoneador a poner al menos dos rejones de muerte antes de
poder echar pie a tierra para estoquear o descabellar al toro. Se trata de una
disposición que ha sido polémica desde su inicio y de la que discrepan la mayoría
de los rejoneadores, ya que, a veces, después de clavar el primer rejón, el toro
se acula en tablas o queda casi muerto, resultando imposible ponerle otro rejón.
Parece que esta norma procede de cuando el matador de toros mexicano Carlos
Arruza rejoneaba. Éste tenía la costumbre de echar pie a tierra después de poner
un rejón de muerte y hacer una medio faena de muleta antes de estoquear al toro.
Un rejoneador poco dado a matar con la espada, aduciendo que había matadores
de toros que rejoneaban con el propósito de torear toros despuntados, convenció
a las autoridades de la época para que incluyeran la polémica disposición. En el
Reglamento Taurino de Andalucía se ha suprimido esta obligatoriedad, siendo
preceptivo clavar sólo un rejón para poder echar pie a tierra.
Respecto al número de rejones de muerte que pueden clavarse, el reglamento
nacional fija un máximo de tres, mientras que el reglamento andaluz no establece
ningún máximo, lo que parece una disposición más lógica.
A diferencia de lo que ocurre en los tercios anteriores, el rejoneador dispone
de un tiempo limitado para matar al toro. Si a los cinco minutos de iniciado este
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