uadernos de Aula Taurina: El Rejoneo
Las Fiestas de Toros y Cañas se realizan muchas veces para celebrar
acontecimientos sociales de relevancia como compromisos matrimoniales, bodas
o nacimientos de reyes y nobles, victorias militares o también la presencia de algún
monarca en una ciudad. Cuando se celebran bajo el auspicio de los reyes, pasan
a denominarse Funciones Reales, aunque su formato no es muy diferente, excepto
a la entrada y salida de los reyes y por la forma con que se exornaba el escenario.
En las Fiestas de Toros y Juegos de Cañas se pueden distinguir dos etapas. En
la primera, que duró hasta finales del siglo XVI, la lanzada era la suerte principal .
Sin embargo, en esta época, surge la suerte del rejoneo, que acabará por imponerse
en el siglo XVI I, y que caracteriza la segunda etapa de las Fiestas de Toros y Cañas.
De hecho, estas fiestas alcanzan su mayor esplendor durante el reinado de Felipe
IV en el siglo XVII . En el siglo XVIII empieza el declive de estos espectáculos, que
corre paralelamente al auge del toreo a pie.
El Cid matando un toro en la plaza de Valencia. (Litografía de J. Donon;
lámina 1 de la obra Historia del Toreo de Francisco Bedoya, 1850)
La principal suerte de la primera etapa es la lanzada. Primitivamente, para
alancear, los caballeros iban hacia el toro de frente y salían de la suerte con un
cuarteo. Sin embargo, en el siglo XVI, surge la modalidad de alancear "a la espera
de la acometida del toro", es decir, con el caballo parado y con los ojos vendados.
Para ejecutar esta suerte, el caballero, quieto, citaba al toro de lejos para, justo
antes del encuentro, clavarle la lanza a la vez que desviaba el caballo, saliendo
por su costado izquierdo. Normalmente era ayudado por algún lacayo a pie, que
procuraba distraer la atención de la res en el momento del embroque, aunque, en
muchas ocasiones, el toro llegaba ya muerto al caballo. Pedro Ponce de León ( 1531)
fue el primero en realizar así la suerte: parado y esperando al toro.
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