La lenta normalización de la presencia de mujeres en los Cuerpos de Seguridad - page 84

82 La lenta normalización de la presencia de mujeres en los Cuerpos de Seguridad
Situar el límite en 1,60 supone colocarse solo un centímetro por debajo de la media
de altura de las españolas, y por tanto, aún alejados de los 12 cm de holgura por
arriba de los hombres al situar su umbral en 1,65. Para igualarlo a las mujeres y
por tanto, que el porcentaje de la población masculina elegible fuera similar al
de la población femenina, la altura mínima para los varones se tendría que haber
elevado a 1,76cm., pero en vez de subirse la altura mínima para los varones,
se bajó de manera lineal 5cm., como en el caso de las mujeres, situándose en
1,65cm., para ellos.
Comparando estos requisitos con los de otros Cuerpos, en la actualidad, para
acceder a la Guardia Civil y a la Policía Nacional, la estatura mínima es también
de 1,65 metros los hombres y 1,60 metros las mujeres, habiéndose producido
una rebaja en las alturas mínimas exigidas para entrar a estos Cuerpos en 2007.
Esta rebaja tenía como objetivo, por una parte, facilitar la incorporación de las
mujeres, por otra incrementar la demanda potencial de varones. La Ertzaintza
en el País Vasco, los Mossos en Cataluña y una buena parte de las demás
Comunidades Autónomas comparten estos mínimos, mientras que otras, como la
Policía Autonómica Canaria mantiene una altura mínima de 1,70 para los hombres
y de 1,60 para las mujeres. En otros países de la Unión Europea se observan
diferencias en cuanto al requisito de la altura. En el Reino Unido y Portugal no
exigen talla mínima
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. Francia exige 1,68 para los hombres y 1,60 para las mujeres;
Alemania, 1,66 y 1,62, respectivamente; Bélgica, 1,54 para ambos sexos, e Italia,
1,65 y 1,61 (Fernández, 2007).
Estas modificaciones, aunque corrigen el problema que tenían muchas mujeres
al no llegar a la altura exigida por estar por encima de la media de altura de las
mujeres españolas en 4 cm, sigue siendo discriminatoria al aumentar aún más la
proporción de hombres elegibles en comparación con el de mujeres. Sin embargo,
sí que ha podido tener un cierto efecto positivo al relativizar la vinculación entre
policía y fuerza y presencia física. El que existiera y exista un mínimo de altura
siempre ha estado vinculado con las características de esta profesión, así como de
una imagen corporativa vinculada a la potencia física que favorece a los varones.
A esto habría que unir la imagen de uniformidad, un modelo uniforme masculino
en el que con dificultad van encajando las mujeres, y que actuaría como efecto
intimidatorio y uniformador (Figueroa, 2008).
Junto a ello, la literatura resalta la presencia de una serie de normas, valores y
creencias que exaltan la masculinidad de sus miembros y que son consustanciales
al ideario social y corporativo de lo que es y lo que no es un policía. Esto,
supuestamente, se plasma en el proceso selectivo, en las pruebas psicotécnicas.
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